el irracional

'How am I to get in?' Asked Alice




It's all in my mind

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everything’s illusionand
I flatter to deceivemy life is going fast
it’s make believe
it’s all in my mind
it’s all in my mind


Hoy me di cuenta de que It's All In My Mind es mi canción favorita de Teenage Funclub.


Hoy fue un día cualquiera, como todos los demás.
Esta mañana hacía fucho frío. El primer autobús no paró y no iba demasiado lleno, por eso me cagué en la puta madre del conductor.
Llegué tarde a clase y me perdí la primera parte del nuevo vocabulario, a pesar de todo aprendí algunas palabras como broca que se dice bit, como mordisco, y no confundir con byte, de los computadores.
Me dirigía a mi trabajo cuando vi un cartel que me recuerdó a la entrada de aquella curiosa tienda de bicicletas dónde a todos los niños nos compraban la primera bicicleta. Se me caen los recuerdos al suelo y tropiezo de nuevo en ellos. Son mis amigos de la infancia que vuelven a la carga.
- ¿Tú te acuerdas de las carreras?
- Yo me acuerdo de ese trampolín de madera y de las lastas de gasolina que echaron a arder, me acuerdo de las carreras de bicis y uno los mellizos con su AXL roja volando por los aires y por poco de camino al hospital.
Descubro por casualidad una nueva canción de Teenage Funclub que no me he podido sacar de la cabeza todavía. Ya la conocía pero hasta ahora nunca la había prestado atención o puede que no la hubiese escuchado mientras era transportado por una escalera mecánica desde el supermercado mudo del M&S hasta Oxford Street, una calle que apesta a ruido.
Ayer pensé en comprarme una guitarra de esas de andar por casa y hoy me dijo Carlos (un auténtico personaje real que se puede comer con patatas la ficción): te voy a contar mi vida y me haces una canción. No te preocupes yo te escribiré, pero no una canción, un libro o, mejor, un cómic de ficción. Y, por la gracia que le hizo la rima, se ríe el muy cabrón. Mañana se tatuará dos estrellas, una en cada brazo.
Hoy cené en un rincón al que quisieron hacer tan romántico que, a duras penas, nos veíamos las caras; la tenue luz de la única vela en seis metros cuadrados no alumbraba lo suficiente el menú como para decidir. A tientas y a ciegas pedí una especie de ensalada de mango y melón bañados en una extraña miel. Diez libras con postre y coca-cola. No está mal.
Yo aquí con sueño atrasado.
Me voy a dormir.


El año del perro

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Hace más o menos un año yo me había entretenido intentado besar varias veces a una chica en una parada de bus, sin conseguirlo ni una sola vez, y por eso llegaba más tarde de lo habitual a la casa donde vivía, sobre las doce de la noche. Me sorprendió no ver a Ju-Lin en la cocina separando DeuVeDes por colores para empaquetarlos en sobres plastificados (listos para su venta ilegal en algún mercadillo). Porque Ju-Lin, la mujer de Chan, se dedicaba a esta ardua tarea todas las noches, después de haberse chupado casi diez horas de tareas domésticas en el barrio de Chelsea, mientras su marido fumaba, bebía té verde y se fundía unas cuanatas libras en el casino por internet. Y es que ese día, hace más o menos un año, llegaba yo a la casa donde viví casi cinco meses con un matrimonio chino (más dos terroristas islámicos y dos finlandeses sin más) y noté que olía a comida china con más intensidad de lo habitual: allí habían cocinado para veinte personas, o más. Veinte chinos en mi cocina comían, bebían y reían. Ven aquí, ven, hay sitio para uno más, me dijo Chan en un inglés incomprensible, acompañado de unos gestos habituales en él y bastante clarificadores. Y yo entré. Allí, en aquella diminuta cocina, celebramos el nuevo año chino. Digo “celebramos” porque tras la ingesta de un licor extraño permanecí sentado en un rincón, surrealista de mí, más de dos horas, sin poder ni moverme, tiritando a veces y con alucinaciones todo el tiempo. Nos retiramos sobre las tres de la madrugada. Chan me proporcionó una pastillita verdosa que terminó con mi mal estar de una forma mágica; es natural, todo natural, me dijo él.
Al día siguiente me levanté envuelto en una nube de confusión, me parecía haber dormido mil horas. Chan me dijo que era normal que me sintiera raro, porque había empezado un nuevo año y mi cuerpo tenía que acostumbrarse. Mientras me contaba esto sacó una bolsa negra del congelador, estaba llena de pescado. Puso una madera enorme en el suelo, se puso de cuclillas y empezó a trocear el pescado con un cuchillo enorme. Era una escena insólita, saltaba el hielo y las raspas por doquier. Cogí mi cámara y lo gravé. Chan se reía de una forma vertiginosa y cada vez movía el cuchillo con más violencia, casi con ira. Decidí irme a pasear un rato.

Nunca me resultó muy apetecible la comida china, incluso algún día había ido con mi amiga Verónica a un restaurante chino en Madrid, que está cerca de la parada de metro de Mar de Cristal; pero después de vivir con Chan todo cambió: ahora odio esa comida con todas mis fuerzas.

La parte del Soho ocupada por el barrio chino se ha llenado de miles de adornos de colores. Hoy, coincidiendo con la nueva luna, comienza el Año del Perro.


Mis memorias de una noria

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Trascripción literal de un fragmento de Mis memorias de una noria, rescatado de entre unos papeles viejos que han aparecido hoy en Londres a las 2.38 de la madrugada.

Notas para recordar que he hecho hoy y que tengo que hacer mañana:

Recordaré los tres acordes de desorden ya toda mi vida, estoy muy contento, eran imposibles para mí pero hoy lo he logrado en paz, joder pero es que nunca había tocado una guitarra en mi vida, pero no es excusa. Creo que le he hecho perder la paciencia a xxx, pero es que va a ser educador infantil… tiene que acostumbrarse. Además lo flipa que se corre cuando tocamos db, lo compensa, creo. Broma número uno: haremos un grupo, con un tío bueno que cante, xxx puede valer (qué forma roba los batidos el hijo puta).
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gilipollez uno: comentárselo a xxx Nos ligaremos a la del cuarto, a la satánica=fantasía sexual inacabable. Me voy a fumar todo lo que queda de lo que pillé a xxx, que luego llega xxx y se pone a cocinar y huele que apesta y me dan arcadas.
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El tema de procesal tiene dos partes, la segunda tres puntos. Si te das cuenta la primera parte es una idea y al final es el resumen de la segunda. Aprenderse tercer párrafo como el p.n. para que cuele y los tres puntos en esquema de la II parte. Otro tema ventilado.
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El cabrón de xxx más vale que se lleve esos botes de cristal con embutido, huelen a rayos y nos van a llamar la atención, y van a ver el calefactor y la vamos a preparar. Decirle a xxx. Otra vez: decírselo.
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Matar al arquitecto que se oye que se tira a la francesa conocí en el hall, la muy zorra no se ha leído ni la poesía de las instrucciones para mirar a una desconocida.
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La Puta también me mola, pero le ha dado un chungo en la sangre: lo que meteré en la revista, en la mierda de rincón literario, y esta semana será, antes de que se me olvide: “puta te quiero aunque te vayas a reventar la cabeza con la pistola que te regalé el catorce de febrero. Puta te quiero, puta te quiero…”
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El tema de procesal [tachado]
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Si xxx está dispuesto a hacer la práctica no voy a ser gilipollas y voy a hacerlo con ellos. Les pediré que me fotocopien todo lo que dio el de HP.
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Encuadernar libros. No ir al super hoy = ahorro más.


Mis memorias de una noria era un diario secreto que me servía como guía práctica para sobrevivir, porque por aquel entonces tenía la memoria de un pez (por circunstancias que no voy revelar ahora). Nadie se dio cuenta. Lo guardaba bajo el colchón en mi época universitaria y un día desapareció casi por completo. O lo tiré, quién sabe.



Cuando todo parece que marcha mal
ten en cuenta que puede ser que sólo lo parezca
por si acaso quédate cerca de mi, a mi lado.


Estribillo de Mi Hermana Pequeña que se aprendieron todos mis vecinos en el verano del 94.


Los Planetas ha sido mi grupo favorito de todos los tiempos posibles, en los adolescentes más: Quiero probar algo nuevo...
Recién llegado a mi primera ciudad fui a un concierto y tocaba la guitarra un tío un poco raro con el pelo rizado, que me pareció alguien excepcional (y lo ha sido por todo lo que ha salido de sus cabeza: qué no cambió y debió cambiar… toda la ciudad, si vas a disfrutar… quiero estar con ella el resto de mi vida... Le acompañaban: una bajista que daba la espalda al público, un chico al que ninguna dejaba de mirar mientras tocaba la guitarra pisando pedales, ya por entonces con entusiasmo. Del batería no me acuerdo muy bien. Me gustó tanto el concierto (Mi Hermana Pequeña, Cada Vez, Nuevas Sensaciones) que me compré su disco y un ep. Un par de años después sacaron otro disco: POP, lo gravé en una cinta que escuché tantas veces que hasta logré entender lo que decía J. Terminé haciéndome adicto a Los Planetas, a su Máquina De Escribir que esconde una mamada, a su si se acaba la cocaína yo Prefiero Bollitos: su Himno Generacional #83 y podrás decirme qué cabrón y vuelve que incluso se me ocurren más insultos…
Mi fanatismo terminó por hacerme comprar una guitarra, para tocar sus canciones, nunca me llegó a interesar tocar nada más, y tampoco es que fuese yo muy virtuoso, y para qué, pensándolo bien, todo lo hacía Tuk, la estrella de mi grupo: dos tocaban y yo molestaba.
En el concierto de la gira de la Semana En El Motor De Un Autobús conocí a Eduardo, el mejor guitarrista del mundo, él no sabe que lo es y por eso se ha echado a perder y ya casi no toca nada y nuestro proyecto que superaría a los mismísimos radiohead no va a ser posible. Llegamos a conocer a J y hasta casi nos hicimos íntimos una noche de diciembre en la meseta. También vimos a Floren en posición complicada en un portal, y unas chicas muy amables que estaban con él...
Ayer me enteré de que Los Planetas van a sacar un nuevo disco, pero no me interesa demasiado. Me compraré el disco y todos lo singles y en todas sus ediciones publicadas y publicables, por la proyección de mi fanatismo, claro. Pero ya no me gustan como antes. Los Planetas ya no son nada de lo que eran y Eduardo lo sabe.


Alizee, no hablo de tí

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Hoy caminaba por la calle y me repetía a mí mismo inconscientemente: “desestremista global”. Sonaba con algas como peluca, hijolagranputa, que se deslizaba sobre mí como banda sonora ocasional.
Me preguntaría mi amigo de la infancia: ¿y tocabas fondo porque Alizee no estaba allí para bailar de negro o intento? Y yo le respondería: no te hagas el interesante cuando lances tiros libres por la falta personal.
-¿Y tú? ¿Te has leído Viaje al Fin de la Noche?
-Por qué me lo preguntas con mayúsculas intercaladas ¿Eres bobo?
Recuerdo que en varias peleas de críos yo siempre terminaba tirado en el suelo, derrotado, con algún viejo metiendo cizaña al lado y burlándose de mí. Ahora estarán muertos, por eso ya no me preocupa haber padecido de debilidad absoluta.
Sin darme cuenta llego al escenario del crimen emocional, el caldero de las cien marcas posibles sin olimpiadas ni piscinas cubiertas; porque escaleras arriba puedo cambiarla por la prolongación de su sombra en sustitución y magia negra en constante movimiento magnético: desde África al centro de Europa y salto al Londres sin pisar el mar.
El desestremista global se vuelve a repetir en mí, vuelve a sonar. No recuerdo la melodía de esa maldita canción, ni si los dos hombres llevaban camisa roja o iban desnudos, o si portaban guitarras o ametralladoras, pero recuerdo que ella bailaba así: como en la foto… Casi me ha pillado un coche esta vez.
He pasado el día exterminando teorías y decorando malos pensamientos, y han quedado niquelados por todos sus lados. Impenetrables.
Estoy tomando notas: ahora acabo el día sentado en el autobús con un viejo maloliente al lado, que viste con un abrigo roído por el paso del tiempo y rescatado del museo entierro, se me ocurre también disecado en alcanfor. ¡Pero qué veo! El viejo saca un teléfono móvil de última generación. Y llama. El estúpido (huérfano de conocimiento en la sombra) soy yo.
Continuación del viaje (más despierto ahora) junto a una vecina ocasional: es una chica rubia, y su cara es familiar en mi retina o algo así, que me habla, y no suelta prenda pero suena:
-¿Te has tratado de tirar en marcha alguna vez?
-¿A qué viene esta pregunta? ¿Hablas conmigo hija de perra? Pues mírame a la cara, no disimules más.
Recojo mis cartones para una mudanza de insular a peninsular, que coincide con mil minimudanzas en esta ciudad y millones de muertes en todo el mundo.
Dos tios peligrosos. Pasan de largo.


Low of defenses

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All this saturday
holy silent and void
wondering what to be
give me a tire to burn
a stair or some
littie dirt to clean.
'Cause I'm low of defenses
smoke with no fire
and I'm alone.

Low Of Defenses es una canción de Migala.


Este fin de semana visité mi pueblo, mi pequeño pueblo. A las dos horas de aterrizar en la dura y fría meseta volví a enfermar: ligeras molestias en mi garganta. Al día siguiente, sábado, de nuevo fiebre. La decisión sobre visitar o no a alguna institución sanitaria esta vez fue rápida. Llegue a urgencias sobre las nueve de la noche.
La voz de transistor que sonaba de fondo cantaba un Real Madrid–Cádiz, mientras yo esperaba a la médica que atendía las urgencias rurales: “solo pueblos cercanos” y que, desafortunadamente, no se encontraba allí, había salido a atender una urgencia a un pueblo vecino, en el que también ejercía como médica titular que atendía a las urgencias rurales “solo pueblos cercanos”; y entramos en el primer bucle del fin de semana. En el capítulo del hospital en Londres tuve que esperar a que me atendieran porque había mucha gente que necesitaba atención: una negra con los morros reventados por una hostia a traición, un adolescente con un bulto en el cuello del tamaño de una pelota de ping pong, un padre enorme con pinta de ogro y su niña pequeña es lo primero y me cuelo porque me sale de los cojones, la vieja vagabunda vegetariana con su “la felicidad me da hambre” y más que no logro recordar. En el ámbito rural lo que no había era médico, porque del otro lado, del de los pacientes, estaba yo, allí plantado, único en la sala de espera, leyendo un folletín informativo sobre las nuevas subvenciones a los centros médicos rurales y escuchando como remontaba el Real Madrid el uno a cero en contra, ante un Cádiz que “le estaba plantando cara en todo momento”, esta frase se me ha quedado gravada para siempre. El Madrid marcaba el tercero y la fiebre me subía, a mi no me gusta el fútbol, pensaba yo, nunca escuché el Carrusel. Que llegue ya esa médica nocturna o noctámbula y que me inyecte mil miligramos de Miguel Delibes en vena, que me convierta de nuevo en su Nini querido, el que predecía las tormentas.
Sobre las once de la noche llegó al fin una señora muy menuda ataviada con una especie de bata rara o hábito religioso que pudo tomar prestado de algún cura para dar la extremaunción a algún jubilado, porque creo que ya nadie quiere ser cura por allí y los médicos rurales se ocupan también de estos menesteres.
Al final, creo que me diagnosticaron una faringitis bacteriana, que me desaparecerá en unas semanas, meses o nunca, porque nunca se sabe, que me decía la señora médica rural. Y es que la médica en sí misma constituía el segundo bucle del fin de semana: me recetaba lo que yo pedía pero no me daba la receta porque era lo que yo pedía y debía ser ella la que decidiera qué darme, pero después reflexionaba: pero si él sabe lo que tiene porque se lo han dicho en Londres para qué pensar más, pero qué van a saber esos ingleses londinenses… y se lo pensaba de nuevo y no me recetaba.
Al final: amoxicilina, de nuevo, once días, y otras pastillas para la fiebre y para la inflamación de ganglios linfáticos…
Último bucle del fin de semana: la farmacéutica endemoniada:
-Bueas noches señora, me da esto que pone aquí en la receta.
-Si claro.
Pasaron unos diez minutos (la señora debió estar en su laboratorio mezclando los componentes, no tiene otra explicación) y aparece con la cajita de pastillas de 24 unidades.
-Necesitaría otra caja, es que tengo que tomarlo once días y los tres primeros cada seis horas, me ha dicho el médico, por lo que necesito dos cajas, si no le importa…
-Es que los del gobierno PSOE lo han prohibido, aquí solo veo una receta, a si que… hay que estar a las duras y a las maduras.
Todavía no he entendido qué me quiso decir con eso de las duras y las maduras.
-El lunes vas al médico y que te recete de nuevo.
-Pero es que ya he ido hoy y me puso en el puto papel que la toma es de 11 días, como usted puede ver, y que los tres primeros es cada seis horas, y es que en navidad estuve muy enfermo y tomé ya antibiótico…
Me empecé a poner muy nervioso. Ella insistía:
-En la receta veo lo que veo y es lo que te puedo dar.
-Ya señora, pero es que haciendo el cálculo son 36 pastillas y aquí solo me dispensa usted 24 y es que le lunes me voy a Londres…
-Ah, a Londres, qué pasa es que allí no hay farmacias.
-Sí, pror es que voy a tener que ir de nuevo al médico…
-Y qué pasa es que allí no hay médicos.
-Señora ¿es usted del Cádiz?
-¿Cómo?
-No déjelo. ¿Qué le debo?

Sufriré durante mes y medio o un par de meses o tres (me encuentro muy pesimista) una fiebre moderada cada semana o quince días, dolor de garganta, cansancio o fatiga intensa y, si la mala suerte acompaña a la enfermedad, dolor en el hígado y en el bazo.


A day in the life

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I read the news today oh boy
about a lucky man who made the grade
and though the news was rather sad
well i just had to laugh
i saw the photograph
he blew his mind out in a car…


A day in the life, The Beatles.

Hoy tomé café en el bar del griego. Allí estaba, sentado junto a la puerta, JD el músico itinerante, con su gran desayuno inglés, alubias pintas, huevos, tocino y salchichas; sujetaba con su mano izquierda el teléfono y con la derecha un tenedor con el que troceaba las salchichas y las pringaba en el huevo. El gigantón y extravagante JD masticaba y tragaba sin soltar el teléfono, sin dejar de hablar. Buenos días, me dijo en inglés y siguió comiendo y hablando en ruso.
El griego me estrechó la mano, hacía semanas que no nos veíamos. Jodido griego bonachón, ya te has tirado a la nueva camarera polaca, pensé, estás muy sonriente para ser tan temprano. Me puso mi café y las tostadas y desapareció unos minutos. Su padre cocinaba con paciencia en un rincón, yo le miraba apenado; sus gestos eran sosegados y su mirada se perdía cansada, fruto de la desilusión del que perdió a su mujer hace veinte años porque se fugó con un inglés jubilado que tenía un apartamento en la Costa del Sol.
Eché un vistazo al periódico, las páginas centrales eran para Lennon y McCarnery. Un artículo sobre las letras de sus canciones, sobre el taxi que repartía periódicos, sobre la L, la S y la D, sobre los campos de fresas, sobre las drogas, sobre el surrealismo, sobre el simbolismo... sobre lo mismo.
A dos minutos del bar del Griego está mi escuela del inglés, en uno de los rincones más feos de Londres, entre sexshops, salas de cine para adultos y prostíbulos. No es un barrio marginal, es uno de los barrios más turísticos de Europa. Hoy la clase la daba el histriónico Richard, que llegó tarde, sudando, imagino que por las prisas, con el pelo suelto y algo grasiento; otra noche en vela. Jodida zorra, la mujer del presidente asesinado, nos contó hoy, eligió la piel del animal en peligro de extinción. La segunda hora de clase la dedicó a las preposiciones.
Hoy mi jornada laboral fue de diez horas. Salí demasiado tarde del trabajo, muy asqueado. Esperé casi media hora en la parada de autobús. Un mendigo preparaba los cartones para echarse encima y dormir bajo el frío de la noche, cuando se le acercaron dos muchachos, se agacharon a su lado, sacron un termo y le ofrecieron café. En ese momento sentí que nos podíamos meter por el culo todo el humanismo que se quiere plasmar en los libros. El mendigo se ríe, está desdentado y destetado. Los muchachos le liaron un cigarrillo y le dieron las buenas noches y le dejaron en paz y él se rió y les despidió y me miró y se continuó riéndose y levantó el baso con café y me ofreció y yo me sentí mal y me sudaron las manos y me arrepentí de todos mis pecados y de trabajar para una puta multinacional.
Tras la larga espera llegaba el autobús. Un chico rubio rudo, un enorme animal, golpeaba la máquina de los tickets porque se tragó el dinero de nuevo, mientras veía que se acercaba el autobús. Golpeaba cada vez más fuerte. El ticket no salió. Este mundo tan ideal le había tragado una libra cincuenta, no le había dado su ticket y le había dejado tirado esperando al siguiente autobús. Le veo desde lo alto del autobús, desde el segundo piso, el primer cielo. Nos alejamos. Ahí le quedamos con su cólera. Sé que le encantaría darse la vuelta, entrar en el burguer que tiene detrás y prenderle fuego, quemar todo este juego de vida rápida y tecnología al servicio del hombre. Carne a la parrilla de los cinco continentes.

El tío que se ha sentado ahora a mi lado en el bus es un cerdo, huele a rayos. Saca un libro de detectives y se pone a leer, mientras se suena los mocos. Me repugna este cerdo maloliente, de traje a cuadros y buenos modales. Termino por desear que arda dentro de ese burguer. Eso me consuela. Escribo en mi cuaderno marrón todo esto. No estoy seguro de si podré resistir este olor. Aguantaré la respiración hasta que llegue a casa.


Ya tienes quien te planche

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Un año más con los juguetes.
Podríamos ser los reyes o los padres.
Otro hermano enano se coloca.
No quiero saber qué es de tu mujer.
Las pelusas que hay debajo de mi cama
serán de un Maradona de la radio.
Tú ya tienes quien te planche.


Ya tienes quien te planche es una canción de Sr Chinarro, el grupo de Antonio Luque.

Quiero dedicar esta canción a todos los que se han quedado atrás y ya no piensan en alto, ni en atajos, porque hicieron caso al profesor y prestaron atención a los consejos que les recitaban al crecer, como si tal cosa, mariposa. Así se les ha ido el talento por las ramas y así les va, que sólo ven en los muslos de su mujer la antítesis del tacto (o poyo frito que es peor); sólo reflexionan con atención si se olvidan de aparcar el coche nuevo marcha atrás y bajar pronto las bolsas carrefour: “porque ese maletero suena siempre tan vacío, a ataúd de caoba... y toca fondo”.

Atentos tus amigos: “que no me diga tu mujer que ese chalet puede estar bien, si no tiene contrapunto ni aunque latan vuestros corazones al son Euribor, y al por mayor”.
Ojalá hubierais venido con nosotros a cazar moscas en alta mar. Como si tal cosa.


Esperaba desnuda

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Dedicado a la mujer anclada a la puerta de esa tienda:

Si fueses la última locura en la que pudiese pensar, bien entrada la noche, antes de irme a dormir, bostezarías abrazada a un caballo. Me arderían las ganas por ver morir humillando al pensador. Él se levantaría y gritaría: también lo puedes hacer tú, también lo pude hacer yo.


Traducción de la última frase que escuché esta tarde mientras esperaba el autobús: el amor es una lucha continua, me han alcanzado varias veces los disparos, he reptado sucia en trincheras y me cortaron el cuello unos forajidos. Lo dijo ella, a la que todos planeaban desnudar, a la que todos querían hacer el amor, a la que nadie entendía firme y helada. Ellos, con un solo disparo, no son lo suficientemente listos para matarla, ni herirla de miedo. Imposible.

La conocía, pero no de esa manera. Nunca descubriremos la verdadera identidad de los que nos rodean hasta no contemplemos su desnudez.


Estrenos TV

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Ve y prende la tele, no tomes apuntes,
aprende del prenda que suelta las riendas y,
sin caballo, ríe desbocado,
y sin palabras se queda a su lado
.

Fragmento de Estrenos TV, una canción de Señor Chinarro.

Nunca sabré qué me quieres decir, mi odiado Antonio, pero me encantan tus canciones y sus letras, tu concepto y desde lejos, aparezco y me parezco. Cada vez más.


Como el comentario sobre Truman Capote y su A sangre fría, os va a resultar pesado como un ladrillo, os propongo un plan alternativo: enchufad la tele, yo casi nunca lo hago y de ahí mi marginalidad, y disfrutad de programas tan enriquecedores para el sentido del gusto y el buen humor como el Celebrity Big Brother de este año (El Gran Hermano VIP de acá). Si queréis información sobre cada uno de los engendros que han encerrado en la casa para que convivan, chismorreen, se insulten, se odien y todo lo demás, solo tenéis que pinchar en eurocero y podréis leer sus breves y acertados comentarios. A mí, básicamente, me interesa ese Dennis Rodman embrutecido, animal sexual, de cuerpo fornido y tatuado, con su rostro tribal, que quiere meterla y no encuentra lugar apartado y anónimo para hacerlo.
La modelo de segunda división Jodie Marsh es la que más está tentando a la suerte. En el capítulo de hoy Dennis entró en el dormitorio, caminaba desganado, vio a Jodie en su cama, ligera de ropa, y se lanzó encima de ella, le dio unos azotes en el culo y se fue como si hubiese anotado uno de esos triples que ya no tienen importancia porque se tiene mucha ventaja en el marcador. Pero creo que Dennis Rodman busca otro tipo de desafío, creo que ella no es su partido, él juega con culos muchos más firmes que el de Jodie.

Quién será la primera en jugar un mano a mano con el excéntrico baloncestista. Se admiten apuestas.


Truman Capote

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Todo fracaso es el condimento que da sabor al éxito.
Truma Capote.

Los críticos de cine de EEUU han elegido a Capote, película sobre la vida del escritor Truman Capote, como la mejor película del 2005. Todavía no he visto la película, pero la noticia me ha hecho volver a interesarme por los entresijos de la vida del excéntrico escritor, por los detalles morbosos de su vida, como algo que nunca se logrará saber: qué relación unió al escritor de A sangre fría (1965)con Perry Smith, uno de los dos protagonistas de la novela.
Truman Capote nació en Nueva Orleans en 1924 y creció en un pequeño pueblo de Alabama al cuidado de unas parientes solteronas, empezó a escribir a los ocho años para huir del aislamiento al que se veía sometido. A los diecisiete años deja sus estudios y se traslada a Nueva York donde empieza a publicar sus relatos. Falleció con 59 años, en Los Ángeles, abandonado por todos, sin amigos, con el hígado destrozado por el abuso que hizo durante toda su vida del alcohol y de los fármacos.
No tuvo una infancia muy dulce, no conoció a su padre, tomó su apellido de un empresario de ascendencia cubana con quien se casó su madre, una mujer guapísima, que se suicidó tres años después de que Capote publicase su primera novela: Otras voces, otros ámbitos (1948), sobre un adolescente que descubre su homosexualidad. Truman Capote tuvo el valor de no ocultar nunca su homosexualidad en el New York de los años cincuenta.
Fue un provocador: "Soy alcohólico. Soy drogadicto. Soy homosexual. Soy un genio.", decía de sí mismo en su libro de relatos: Música para camaleones (1980). Fue amigo de las grandes celebridades neoyorquinas, un personaje habitual en discotecas de moda, aparecía en portadas de revistas y le encantaba prodigarse por los platós de televisión. Toda esta fama llegó, sobre todo, después de la publicación de un libro que le llevó a ser uno de los escritores americanos más famosos de todos los tiempos y que también supuso el inicio de su declive personal.

A sangre fría (1965) es uno de los mejores libros que he leído nunca, es una novela perfecta, basada en un hecho real ocurrido seis años antes de su publicación, el brutal asesinato de una familia de granjeros en Kansas llevado a cabo por Perry Smith y Dick Hitchcock. Fue un trabajo de cinco años en los que Capote convivió con los habitantes de Holcomb, el pequeño pueblo de Kansas, donde tuvieron lugar los macabros acontecimientos. Capote buscaba datos, detalles, testimonios y cualquier cosa que le ayudase a reproducir de forma fiel y real todo lo que ocurrió aquella noche en aquella casa de la familia de granjeros, los Clutter, y, sobre todo, en los días anteriores y posteriores al asesinato; para ello habló con familiares de la desgraciada familia, con las autoridades y con los vecinos del pequeño pueblo, quienes vivieron atemorizados después del terrible crimen, porque todavía no se conocían ni sus autores ni el móvil que hizo actuar a éstos.
Además de relatar con todo lujo de detalles los acontecimientos, lo que hace al libro excepcional es el asombroso retrato psicológico de los dos asesinos. Las largas conversaciones y la correspondencia que mantuvo con ellos antes de que fuesen condenados a muerte, la amistad que surgió entre el escritor y los asesinos e, incluso, la relación que pudo pasar de la amistad al amor con Perry; ambos tuvieron una madre alcohólica, crecieron sin un padre a su lado y se sintieron humillados en su adolescencia: por la baja estatura de ambos, por el afeminamiento de Capote y los rasgos indios de Perry. El libro termina con la ejecución de los dos asesinos. Capote, que llegó a costear la defensa jurídica de los dos protagonistas de su libro, que terminaron siendo sus amigos, se encontró con el dilema moral del deseo de publicar el libro, sobre el que había girado su vida durante los seis últimos años, y el hecho de que fuese necesaria la ejecución de los dos condenados para que el libro se publicara.
Truman Capote visitó a los condenados antes de su ejecución y lloró después de que esta se produjese.
A sangre fría, además de ser un libro imprescindible, se ha convertido en alegato contra la pena de muerte.


Restos de un incendio

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En abril de 2002 llegó a mis manos Restos De Un Incendio, el cuarto trabajo de Migala, eran diez temas compuestos entre 1997 y 2000 e incluidos en sus tres primeros discos, pero revisados y envueltos en una nueva atmósfera instrumental mucho más triste y melancólica que en su versión original. Por aquel entonces yo me creía la tristeza de migala, porque me creía la tristeza y todo lo demás.
Hoy, otros restos de un incendio, los que se pueden contemplar a través de la ventana de mi cocina, han sido los que me han sumido en una pequeña depresión vespertina; y es que ayer por la noche ardió una construcción que está detrás de mi casa.
Las enormes llamas iluminaron una noche muy fría, llegaron los bomberos y comenzaron a apagar el fuego. Después de que parte del techo se derrumbara, las llamas desaparecieron y volvió la oscuridad. Yo me volví a la cama pero no me pude dormir.


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