el irracional

'How am I to get in?' Asked Alice




M&S te da más

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Alguien: alienígena alineado que vive dentro del género humano. No enseña el que mejor sabe enseñar, enseña el que más sabe. No juzga el que mejor sabe aplicar la ley, juzga el que más y mejor la conoce.
El taxista gira a la derecha y pisa línea continua. Ha girado sin mirar, sin retrovisor y a la primera de cambio. Las prisas lo exigían. Las prisas disfrazadas de señor con frack y del vestido de cola de la señora. Es viernes y hay prisa. Es viernes y rasss: un ciclista atropellado. Su cuerpo masticado por el morro del taxi negro. El señor que va sentado a mi lado se ríe. Le ha gustado el atropello. Ahora a carcajadas. La chica del anuncio de M&S que luce lencería fina no se reprime, también se ríe. No se lo reprocho, es sexy y es así. A lo largo de la historia no se ha puesto en duda que a la humanidad se la ha de defender por encima de todo. Los Derechos Humanos son de los humanos: del alguien que es atropellado y del alguien que se ríe de él. Y la chica y su M&S lo quieren así.


Rotación y translation.

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Pregunta. Pregunta. Si te atreves, solamente si te atreves, pregunta a los pobres vagabundos que esperan en cuclillas al vehículo de la ONG que reparte sándwiches y café en la parada que sigue a Trafalgar Square. Ponte cara a cara y pregunta que si ven a Nelson de reojo. O mejor: que si Lost es una serie de fenómenos paranormales, un crucigrama sin sentido y sin final o, simplemente, una historia de amor. ¡Pregunta, cojones! que te van a mirar con desgana y no te van a entender. Y no porque no te quieran responder.
Y lo entiendo.
Rita, lovely Rita, que lleva una sirena tatuada en el brazo izquierdo y unas grandes pesas que sujeta un diminuto forzudo bigotudo de circo en el derecho, hace arte. Pregúntale a ella. Que no te contestará. Nada.
Rita sostiene con las yemas de los dedos una pelota roja y la eleva en espiral alrededor de una farola. Si pasas rápido, pegándole patadas a las prisas, no te vas a dar cuenta: mira esta loca y qué hace y yo me voy que no pillo el bus y hoy ponen el último capítulo de Lost y mira esta loca que hace con una pelota roja. Y ya. Pero si caminas sin presura, curioso y desanimado, vas a aflojar el paso para ver a Rita y cómo sus dedos bailan para hacer girar y girar a una pelota roja que se eleva sin tocar ni un puto instante a la farola. Y this is fucking art, que grita ella y esto es amor que pienso yo. Y no la puta historia de Lost.


Septiembre dos a eme

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Mi pantera rosa

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Esta noche Piccadilly Circus estaba iluminado por todas esos carteles publicitarios tan embusteros y por una señora disfrazada de pantera rosa pero con la cara descubierta de la que nacía una sonrisa de felicidad o de diversión provocada probablemente por lo que imaginaba que le pudieran estar contando por su enorme teléfono móvil que sostenía en su mano derecha a la vez que con la izquierda dirigía una coreografía tan improvisada como genial y que me ha parecido lo mejor que me ha pasado hoy y no le echo la culpa a nadie.


El pene ario

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La foto-bodegón muestra una habitación cualquiera de una casa moderna vestida de Ikea que cobija a la familia tradicional (padre, madre, hijo mayor y niña pequeña) y a su lado creemos ver a un perro empalmado, excitado ante tanta felicidad y perfección.
Esta foto que aparece en el nuevo catálogo de Ikea (175 millones distribuidos por todo el mundo), desató la polémica en Canadá, después de la distribución del catálogo, donde un tal McDowell, responsable de comunicación, o de qué se yo, tuvo que desmentir que la pata del perro, que carece de forma de pata de perro, se tratase en realidad de una polla humana y que era una locura que la fotografía se hubiese retocado con Photoshop para insertar una forma fálica en el perro. Lo que no sabe el señor McDowell es que lo único que no se retocó con Photoshop fue precisamente lo que él ve como la pata del perro: la polla de un hombre con ojos azules, rubio, guapo y fornido que miraba amenazante a la familia feliz y que personifica al amante del ama de casa, al novio de la adolescencia del marido, al primer novio de la pequeña niña, y al modelo a seguir por el niño que posa bocabajo. Esa polla se dejó tal cual, haciendo las veces de pata.
El catálogo original fue presentado una noche de primavera al mezquino dueño de la compañía sueca, Ingvar Kamprad, "un hombre hecho así mismo", que en sus años mozos, en plena Guerra Mundial, se vio seducido por la ideología nazi y el alcohol (peligrosa mezcla), y que taló la mitad de suecia para hacer muebles de baja calidad, pero muy baratos y que por eso se vendieron bien; tan bien que le hicieron enriquecerse, por lo que no dudó en emigrar a Suiza para evitar la presión fiscal sueca. El viejo verde sueco, después de ver el catálogo, dijo: que lo retoquen con Photoshop, que quiten al hombre ario macizo, pero que dejen su polla a modo de pata del perro. Al día siguiente llamó al Director General de Publicidad e Imagen y le ordenó que a la salida de los Ikeas se vendiesen sabrosos perritos calientes tirados de precio para que todos los clientes se comieran uno.


He terminado con Hitchcock

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Siempre he preferido el reflejo de la vida a la vida misma. Si he elegido los libros y el cine desde la edad de once o doce años, está claro que es porque prefiero ver la vida a través de los libros y del cine.
François Truffaut.
Recomiendo que cortéis por lo sano, que veáis todas las películas de Alfred Hitchcock sin interrupción, que no crucéis otras en medio. Yo lo he hecho por las noches, antes de irme a dormir, he visto casi toda la filmografía; descansas tranquilo. Terminas de amar al cine por completo. Sobredosis de amor. Si al día siguiente, en el trayecto que separa tu casa del trabajo, y que haces en autobús, puedes leer El cine según Hitchcock de François Truffaut, sabrás qué es saber de cine. Esa media hora en autobús, leyendo el diálogo entre Hitchcock y Truffaut, será como el cigarrillo de después. Ahora estaréis pensando en lo complicado que puede ser reunir todas esas películas y encontrar el libro. En mi caso fue fácil. Basta con tener amigos como Luis: me prestó las películas y el libro.


Tescorama

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A modo de canción:
Tescorama, no te vayas a otro lado, no te vayas por las ramas.
Todo me cuadra aquí.
Las cámaras de seguridad, el guardia jamaicano y el señor del peluquín.
El The Sun a la entrada, con toda esa información rodeando las dos tetas de portada.
Las lechugas inventadas, la banana tropical, la murciana robada. Y su marca blanca, sus latas abolladas, a ras del suelo, para que te agaches en ademán suplicante al dios mercado.
Los quesos daneses, y todas esas ofertas en actimel y biocrionizados lácteos.
Es más grande de lo que puedas pensar y mear.
Los pollos asados guardan cola frente a amas de casa alcohólicas de su corral.
La madre cogni se te adelanta en caja, su carro es demencial todo tipo de aditivos, grasas, patatas congeladas y veneno para el padre. Se agacha y se le ve, justo encima de la raja del culo, esa bandera inglesa del orgullo y el expolio. Termina. Eructo y mastercard.
Cantad conmigo: Todas las cajeras negras menos una que debe ser oriental, otro desafío racial.


En ultra-congelados los pezones de la rubia se ponen duros, su dueña se retoca las pestañas, mira con delicadeza el salmón, ella es francesa y ha venido hasta este Tesco en el Euroestar. Porque este Tesco es especial. Al final del pasillo un loco esquizofrénico mueve la mandíbula como mascando ruiseñores, y se frota las manos, cada vez más rápido, la fricción es tan rápida, tan terrible, que hasta parece que le va a echar arder. Amigo mío: esa energía: te envidio. Pago las cervezas y a casa. Me voy a emborrachar. [Aprovecho para reivindicar el alcohol como droga dañina y maravillosa de la que se debe huir en colectivo y abusar en soledad].


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