Esta mañana disfruté, como hace mucho que no lo hacía, de mis tostadas y de un sol insolente que entraba por la ventana como si tal cosa, un sol que en esta ciudad está peligro de extinción, muy de vez en cuando se deja ver por aquí (hay que ser un
güiki muy afortunado al
bookear en Ryanair para que te toque sol).
Salí de casa feliz como una lombriz pero al cruzar la calle me apagué un poco: la policía había acordonado la zona, estaban buscando algo, un enorme
bobby seguía a un señor que parecía inspeccionar la zona, lo digo porque sostenía una especie de linternilla que emitía una luz súper poderosa, en una de sus manos vestidas de blanco por unos de esos guantes que me horrorizan si lo pienso, porque enrojecen inmediatamente y no sé por qué…
El caso es que buscaban balas, estoy seguro.
No pude oír nada anoche, estaba profundamente dormido, la marihuana me aniquila por las noches, sobretodo si estoy algo cansado.
Llegué tarde a clase, un poco nervioso por lo del cadáver y todo eso.
- ¿Por lo que me has contado? ¿El cadáver y todo eso? No puedes suponer que había un cadáver solamente por haber visto una zona acordonada -me dijo Asia escandalizada-. Eres un poco paranoico.
- No lo que soy es un hipocondríaco, pero en todas las dimensiones de mi vida, veo enfermedad hasta debajo de las piernas.
- Pero qué tendrá que ver la hipocondría con el asesinato –exclamó escandalizada.
- Lo ves -le dije-, tu también sabes que allí había un hombre muerto y estás ahí como si nada, haciendo estos estúpidos ejercicios en futuro perfecto.
- Nunca vas a aprender inglés.
- Ya sé todo lo que tengo que saber. Y allí había un cadáver. Lo sé.
Lo qeu paso al aldo de tu casa fue que dos grupos de adolescentes se enfrentaron en la calle y uno termino acuchillado. Lo he visto en las noticias. Murio en el hospital. La hipocondria cerebral no es tal, es realidad.