'How am I to get in?' Asked Alice
Era una pequeña risa entre la sombra,
el amarillo descuartizado en la cerveza.
Las tijeras fijas en la soga.
Descripción de Alicia por C. Índico.
Línea 12-Waterloo St.
Este es mi día de suerte/ cierra los ojos niña/ vamos a volver a la parada más cercana a tu casa/ veamos qué pasa en MetroSur/ voy a cambiar el pasado/ voy a voy a besarte y no cogerás ese tren/ y cuando abras los ojos el destino habrá querido que viajemos a Waterloo/ volvamos a Waterloo station/ sin haber estado nunca allí.
Veamos, volamos a Waterloo.
Te veo tal y como vas a ser. También veo a Ray Davies, se asoma desde su ventana.- ¿Ray, tú de qué vas?
- Déjala marchar –me contesta él-, no te quiere, no es tu amante, no es casual.
Entonces la dejaré marchar. Pasan trenes, mientras se quita la chaqueta me dice que él se ha cortado el pelo.
Vistes de negro, es tan fino que se te ven las tetas y por eso me pongo, me pongo de lado. Le compro al camello y me pongo de todo. Visito al médico de cabecera y me pongo de todo. Tres días en cama por los que no me indemnizarán jamás.
Ray Davies piensa en decirme que te diga que ten den por el culo; y no le falta razón, pero se marcha con mi paraguas y no dice nada.
Coge el próximo tren y descansa en su cama en paz.
Al final puede ser comprendido sin mucho esfuerzo: la más deseada parte de su cuerpo en fuga intacta desembocaría en vicio postal.
C. Índico.
La búsqueda de un amor verdadero le hacía mandar cartas de amor sin cesar a varias direcciones que yo consideré inexistentes (porque surgían de repente del movimiento eléctrico de su pluma y sin consultar su memoria). Me hacía creer que él estaba seguro de que ella era pintora y debía alquilar estudios luminosos en pequeñas ciudades costeras, donde permanecía varias semanas.
Un jueves caluroso en el pasado mes de junio le llegó un fajo de cartas: la correspondencia a nombre de una chica rubia que viajaba por Europa. Le devolvieron treinta y tres cartas, el mismo número que las escritas por él; todas las cartas que había enviado menos la última y una que remplazaba a ésta, escrita por ella; confusa e intrigada, se interesaba por la desesperación que había guiado sus líneas maltrechas en esa última carta, pero no hacía ninguna referencia a las treinta y dos anteriores.